Todos, o al menos la gran mayoría de las personas, hemos roto algo. Muchos niños rompen vidrios jugando, con pelotas, piedras, o lo que sea. Otras personas rompen cosas cuando se les caen de las manos, como platos y vasos. Yo he experimentado ambas situaciones.
Como a toda persona normal, he roto vasos y platos. Rompí una ventana de una forma poco ortodoxa, en la que pocos podrán tener una experiencia parecida, supongo.
Era de noche, cuando esto sucedió. Estábamos en la sala de estar, mi padre, mi perro y yo; en mi casa por alguna extraña razón la señal de celulares es medio mala, entonces mi padre recibió una llamada y salió al porche a tomarla. Mientras tanto, mi perro y yo comenzamos a observarlo por la ventana, pero él se alejó de ahí para que no molestáramos, entonces mi perro y yo nos quedamos solos en la ventana. En el sillón había un cojín, el cual tomé para molestar a mi perro dándole pequeños golpecitos para que me gruñera (me gusta hacer enojar a los animales, pero los amo y no me gusta lastimarlos) y así lo hizo, entonces seguimos jugando y en una de esas le di un golpe un poco más fuerte que los otros y ¡Mi perro salió volando! golpeó el vidrio y lo rompió y cayó al suelo por fuera.No le pasó nada a Tommy, su pelaje lo ayudó bastante a no salir herido. Yo fui regañada y tuve que usar el dinero que estaba ahorrando para comprar un libro en pagar la ventana...
Y esa fue la historia de cómo rompí mi primer vidrio con un perro.